martes, 18 de octubre de 2011

Planeta políglota

Los españoles no tenemos reparos en reconocer que tenemos dificultades para aprender idiomas. Claro que, dicho así, podría parecer que somos lingüísticamente menos competentes que otros. Sin embargo, no se ha demostrado que padezcamos de algún impedimento para comunicarnos. Lo que sí se ha evidenciado es la escasa relevancia que han tenido las lenguas extranjeras en nuestro sistema escolar, con la insuficiencia de horas lectivas y los conocidos resultados de determinada metodología.

Evidentemente, los nuevos derroteros de las reformas educativas promueven la diversidad lingüística como requisito indispensable, junto con el manejo de las nuevas tecnologías, para la integración en la sociedad globalizada del siglo XXI. La introducción del área de Lengua Extranjera del currículo de Canarias, comunidad donde vivo, establece para la Educación Primaria lo siguiente:

La adquisición de la competencia comunicativa en una o varias lenguas extranjeras supone una exigencia en la sociedad del siglo XXI, caracterizada por el desarrollo constante de las tecnologías de la comunicación y de la información, la eliminación de fronteras, tanto físicas como virtuales y unas relaciones económicas internacionales cada vez más crecientes e imprescindibles, que han potenciado la movilidad de las personas y el contacto entre culturas.



Parece que la competencia en comunicicación lingüística y la competencia digital van de la mano en esto de las demandas de la sociedad del conocimiento. Pero, ¿cuál es la realidad de la escuela? Bueno, nadie puede negar que tradicionalmente se ha exigido el aprendizaje de lo escrito y no el de lo oral, y que la gramática y el léxico han sido el objetivo de un método de enseñanza memorístico desconectado de la realidad del idioma. La metodología no se ha adaptado a los requisitos básicos de la interacción lingüística. Me pregunto qué hubiera sido de nuestra propia lengua materna, si nos hubieramos limitado a aprenderla en la escuela del mismo modo que hemos aprendido inglés, sin poder interactuar en un escenario real de comunicación.

Ahora tenemos una oportunidad de oro en el aprendizaje de idiomas. Los alumnos están motivados por las posibilidades que brinda el aprendizaje interactivo a través de Internet o los intercambios de idiomas cada vez más frecuentes. Y la motivación es sinónimo de éxito. Pero es que, además, ahora es mucho más divertido. Y para mí, lo divertido, cuando se aprende, también es sinónimo de éxito. Ya no podemos alegar que los maestros especialistas carecen de instrumentos pedagógicos, no hay excusa para no fomentar lo importante en el aprendizaje de un idioma: el uso del mismo.

Planeta políglota es el título de un artículo que leí hace algún tiempo, poco antes de decidirme a formarme como maestra especialista en lengua extranjera. Lo he rescatado de mi archivo para recomendártelo. De lectura ligera y con ejemplos de personas y familias que hablan varios idiomas, este artículo nos devuelve la esperanza en el "nunca es tarde" para aprender un idioma. De hecho, el modo en que niños y adultos aprenden no es mejor ni peor, es tan solo diferente en cuanto a las capacidades que participan en el proceso. Un niño, hasta los ocho años, cuenta con un sistema fonético más flexible, pero un adulto es capaz de aprender otro idioma porque cuenta con la ventaja de dominar ya, al menos, uno. Sin embargo, si no media la motivación, para cualquier edad, no tiene sentido aprender un idioma ni cualquier otra cosa.


Si quieres conocer el trabajo de quien hizo el dibujo que aparece en esta entrada, su nombre es Randy Glasbergen. Es un caricaturista estadounidense que trata muchos temas, pero yo te recomiendo sus dibujos sobre educación, especialmente los de la sección Education Technology.

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