Ja, genau! es mi expresión favorita en alemán. La podemos traducir al español por Sí, en efecto! y al inglés por Yes, exactly! Da nombre a esta sección de mi blog, donde espero dejarte saber con qué ideas y opiniones sobre educación me identifico.
EL SISTEMA EDUCATIVO ES ANACRÓNICO
Los avances en ciencia y tecnología han propiciado el cambio radical en nuestra sociedad. En el plano económico hablamos de economía de la información o del conocimiento en lugar de economía industrial; en la esfera cultural los límites se diluyen y las identidades nacionales se asumen -o no- en un mundo cada vez más interconectado y dependiente, generando un ideal internacional, y el ámbito de lo personal se enriquece porque ahora sabemos más sobre cómo funciona nuestro cerebro y que aprendemos mucho más cuando nos emocionamos con lo que estamos haciendo.
Sin embargo, a pesar de todo ello, los mismos programas educativos que se pensaron para la Revolución Industrial siguen estando presentes en nuestras escuelas. Se imparten unas determinadas materias despreciando otras, porque hay una jerarquía que responde a nuestra concepción cultural de la utilidad de unos conocimientos frente a otros. Así, se desprecian la potencialidad de las inteligencias múltiples y la creatividad, que de hecho son los estandartes de la escuela del siglo XXI.
Un maestro de la escuela del siglo XXI suministra aprendizaje social y emocional, personalizando la educación para el desarrollo de las capacidades de cada individuo, estimulando la creatividad, teniendo en cuenta la pasión y la energía que se esconde tras el verdadero talento. Pero lo más importante en el papel de un maestro del siglo XXI es que debe suministrar felicidad. Un niño feliz aprende más.
Te invito a ver este programa de Redes. Yo tuve la oportunidad de verlo y recomendarlo a mis compañeros de Magisterio en Lengua Extranjera el curso pasado. Eduard Punset entrevista a Ken Robinson, experto en desarrollo de la creatividad, quien hace un recorrido, en pocos minutos, por la historia de los sistemas educativos y que pone el énfasis en el cambio de concepción, ya no de la escuela, sino de la especie humana, como primer paso para abordar los retos de la sociedad actual y futura.
"Debemos cambiar nuestra forma de pensar en nosotros mismos" (Ken Robinson)
CREAR HOY LAS ESCUELAS DE MAÑANA
El objetivo de la escuela del siglo XXI no puede desligarse de dos premisas importantes en la consecución de sus metas: devolver la pasión por la enseñanza a los profesores y el placer del aprendizaje a los alumnos. Es así como Richard Gerver pone de manifiesto que la educación debe ser un vehículo de capacitación y no de opresión.
La pasión por la enseñanza parere que ha estado en entredicho durante algún tiempo, ya que la figura del maestro se ha visto vapuleada por las inclemencias de un sistema que presiona hasta hacer desaparecer ese apasionamiento que se le atribuye a la vocación docente. Sin embargo, Richard Gerver apuesta por la convicción -de los maestros con mayúsculas- de que como persona uno tiene la responsabilidad de hacer algo para cambiar las cosas, para tomar a los jóvenes de la mano y conducirlos a un lugar mejor.
En cuanto al placer del aprendizaje, nunca antes ha tenido la escuela una oportunidad tan buena para motivar a los alumnos, para hacer los partícipes de la propia gestión de su proceso de aprendizaje. El problema es que el sistema también presiona a los niños, que no son apreciados por sus capacidades o inteligencias múltiples, por su diversidad, sino por el alcance de unas metas que nada tienen que ver con sus intereses personales, ni siquiera con los intereses de una sociedad que requiere principalmente de personas felices, que saben gestionar sus emociones, para así estar mucho más receptivas al aprendizaje.
"Por culpa de las presiones y la obsesión por los resultados, la magia del viaje se ha disipado" (Richard Gerver)
En esta magia del viaje de la que habla Richard Gerver, tienen mucho que ver las TIC. Sin embargo, no debemos dar por sentado que, sabiendo más -puesto que se exponen a diario a muchísima información-, los niños del siglo XXI son más sabios. Es cierto que la tecnología premia al aprendizaje personal, pero la riqueza de un modelo sustentado en una realidad tecnológica debe ser consciente de que el conocimiento es ahora más que nunca compartido y que requiere de mecanismos de supervisión. Es así que el reto es formar a futuros adultos capaces de gestionar la incertidumbre del siglo XXI" (Richard Gerver).